Archivos Mensuales: octubre 2011

La confianza en Dios




En la vida siempre encontrarás sufrimientos, preocupaciones, problemas, pérdidas, enfermedades… pero debes llevarlos como hijo de Dios, sin agobios inútiles, sin rebeldía o tristeza. Jesús enseña lo que debes hacer si sientes que el mundo se te viene encima, cuando la cruz es grande y sientes que no puedes más.
LA TEMPESTAD CALMADA
Un día subió Jesús a una barca con sus discípulos y les dijo: ¨Crucemos a la otra orilla del lago¨. Mientras navegaban, Jesús se durmió. De repente se desencadenó una tormenta sobre el lago y la barca se fue llenando de agua a tal grado que peligraban. Se acercaron a Él y lo despertaron: ¨Maestro, Maestro, ¡estamos perdidos! Jesús se levantó y dió una orden al viento y al mar, y todo volvió a la más completa calma. Después les dijo: ¿ Por qué tienen miedo? ¿dónde está su fe?.
LOS PROBLEMAS Y EL MIEDO
– Todos pasamos por situaciones difíciles en nuestra vida: debilidades personales, enfermedades, dolor, pérdida de un ser querido, dificultades en el trabajo o de dinero, problemas de los hijos o de los padres, calumnias, infamias, injusticias…y ¿ cuál es tu reacción?. Miedo, angustia, temor, excesiva preocupación.
Sabes ¿por qué? … porque buscas apoyarte solamente en ti mismo, en lo que tú piensas, en lo que tú sientes, en lo que tú podrías hacer para resolver las cosas… te apoyas solamente en tus fuerzas humanas y casi siempre el problema es mucho más grande que tú.
Te olvidas de algo muy importante: Dios está siempre contigo, Él todo lo puede en todo momento. Él es tu seguridad. En momentos difíciles, Dios nunca se olvida de ti.

SI DIOS ESTA EN TU ALMA, LO DEMÁS ES PASAJERO
– Nunca olvides que fuiste creado por Dios para llegar a Él, para vivir eternamente en el cielo con Él y que todo lo de esta vida (por importante que parezca) es transitorio, es decir, que pasa.
– Esta es la medicina para barrer con los miedos.

A LO ÚNICO QUE SÍ HAY QUE TENERLE MIEDO
– Lo único a lo que debes tener gran temor y miedo en la vida es a pecar y a perder la amistad de Dios, porque entonces sí habrás perdido lo más importante

¿ POR QUÉ PERMITE DIOS QUE YO TENGA PROBLEMAS ?
– Cuando sientas que el mundo se te viene en-cima, que estás lleno de problemas piensa que:
A Dios lo que más le importa de ti, es que logres salvarte y a veces permite que vivas momentos difíciles o dolorosos porque sabe que esto te dará la oportunidad de estar más unido a Él, de ser mejor, más santo; en otras palabras que es bueno para tu camino de salvación. A veces el dolor purifica el alma, te hace que crezcas, seas mejor y sobre todo te da la oportunidad de ofrecerlo y de que ames más a Dios. En tus manos está el que aproveches esta oportunidad para ser más santo o para alejarte de Dios.

Compara lo anterior con esto: un padre ama tanto a su hijo enfermo que permite que el doctor le ponga una inyección, porque sabe que aunque en ese momento le duela, es por un bien mayor (curarlo y que esté sano). Tú, como el niño, aunque no entiendas, debes reflexionar que si tu Padre Dios permite ese dolor, es por un bien mayor.
¿ POR QUÉ CONFIAR EN DIOS ?
– ¨Fíjense en las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, no guardan alimentos en graneros y, sin embargo, el Padre del cielo, el Padre de ustedes las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que las aves ?.
– Debes confiar en Dios porque sabes que Él es tu Padre y que te ama infinitamente, te ama mucho, mucho más de lo que tú te puedes imaginar. Si te ama, te escuchará, te ayudará y buscará tu bien.
– El hombre que reflexiona que es hijo amado de Dios, no pierde la tranquilidad, la paz y la alegría ni en los peores momentos.

¡ TODO ES PARA BIEN !
– Dios quiere lo mejor para ti, sabe lo que necesitas. Su mirada alcanza esta vida y la eternidad . Él sabe bien lo que hace y lo que permite. Todo está dirigido para tu bien.
Aprende a ver el amor que Dios te tiene tanto en las cosas buenas que te pasan como en las adversidades.


EL AFÁN DE CADA DIA
– En el Evangelio nos dice Jesús: ¨No andéis agobiados por el día de mañana, porque el mañana traerá su propia preocupación. Le basta a cada día su propia preocupación.
– El ayer ya pasó, el mañana no sabes si llegará para ti. No hay razón para andar angustiado y agobiado por qué pasará el día de mañana.

Dios te dará las fuerzas necesarias para enfrentar lo que traiga consigo.
– Lo que importa es el hoy: es el que tienes para amar y santificarte. A veces puedes sufrir la tentación de querer dominar también el futuro y olvidas que la vida está en manos de Dios. No seas como el niño impaciente que lee un cuento y salta las páginas para ver como acaba la historia.

– Pero no confundas el ¨no preocuparte¨, con el ¨no ocuparte¨ de hacer lo que debas por resolver tus problemas, de trabajar por procurarte un futuro bueno. El abandonarse en las manos de Dios no significa que te quedes sentado a que se resuelvan tus problemas y todo te caiga del cielo, significa ser responsable, poner todo lo que está en tus manos y después, dejar, confiar, abandonar el resultado en manos de Dios.
ORAR MUCHO
– Para conseguir la ayuda de Dios, debes pedírsela en la oración.
– En ocasiones Dios te hace esperar, otras veces rectifica lo que le has pedido y te concede lo que realmente necesitas; otras màs, no te concede lo que pides, porque sin darte cuenta estás pidiendo un mal que tú crees que es un bien.

– Tu oración debe de ser :
a) con humildad— reconociendo que tú solo no puedes nada y que Dios puede todo.
b) con constancia — pedir todos los días.
c) con perseverancia — seguir pidiendo , aunque no sientas respuesta.
d) con confianza — sabiendo que Dios es tu Padre que te ama y busca tu bien.
e) con serenidad — porque Dios sabe bien las necesidades que tienes, lo sabe mucho mejor que tú.

LA VOLUNTAD DE DIOS
– Muchas veces los hombres no sabemos lo que es bueno para nosotros, y lo peor es que creemos saberlo. Tú tienes tus propios planes para tu felicidad, y demasiado a menudo miras a Dios simplemente como alguien que te ayudará a realizarlos.
– Las cosas son totalmente al revés. Dios tiene ¨sus planes¨ para tu felicidad y está esperando que le ayudes a realizarlos. Y quede bien claro que tú no puedes mejorar los planes de Dios.
– Reflexiona esto una y otra vez, todos los días y entonces podrás abandonarte con serenidad, incluso ante la dureza de aquello que no comprendes y que te causa dolor y preocupación.
Nunca olvides que Dios te quiere feliz aquí en el mundo, pero te quiere aún más , feliz con Él para siempre en el cielo.

– La SANTIDAD es conocer, amar y cumplir la voluntad de Dios. Amar y cumplir con alegría aquello que Dios te manda cada día a lo largo de tu vida.

PROPÓSITO DEL MES :
– Este mes rezaré todas las noches la oración de la portada y confiaré mis penas, mis dolores, mis problemas en manos de mi Padre Dios.

Calificación general

San Judas Tadeo y San Simón

Judas Tadeo y Simón Santos
Apóstoles, 28 de octubre
Autor: P. Felipe Santos | Fuente: Catholic.net

Octubre 28

Etimológicamente significa “honrado, alabanza”. Y Simón = “Dios le oye”. Vienen de la lengua hebrea.

Hoy se celebra en toda la Iglesia universal la fiesta de estos dos apóstoles del Evangelio.
Simón pertenecía al grupo formado en Israel. Se llamaban los “zelotes”. Su fin era trabajar duramente contra la invasión romana en su país. Sin embargo, la escucha de la palabra de Cristo fue para él el descubrimiento a la universalidad del amor de Dios.

Judas se ha convertido en un de los santos más populares por los favores que concede a la gente en lo concerniente a la búsqueda de trabajo.
Esta devoción la vivió ya en su vida la santa Brígida. Se puede leer en su libro “Las revelaciones” el profundo respeto y devoción por este apóstol del siglo I de nuestra era.

¿Por qué razón celebran la fiesta el mismo día?

La cosa es muy sencilla. Cuenta la tradición que los dos iban siempre juntos en su rico y fecundo apostolado. El Señor lo llamó para completar el número de los doce apóstoles, encargados de ser los continuadores de la obra de Jesús en el mundo.

Se le llama Tadeo para distinguirlo del otro Judas Iscariote que traicionó, vendió al Señor por treinta monedas de plata y después se ahorcó.

San Judas escribió poco. Tan sólo una Carta suya se encuentra en la Biblia. La finalidad de su escrito era una crítica severa contra los gnósticos, una herejía que separa lo físico de lo espiritual. Lo físico o corporal es malo, y el espiritual es el bueno. Y los dos provienen mediante emanaciones del mismo Dios.

Su Carta termina con estas palabras:» Sea gloria eterna a nuestro Señor Jesucristo, que es capaz de conservarnos libres de pecados, y sin mancha en el alma y con gran alegría».

Los dos murieron martirizados de forma cruel.

¡Felicidades a quienes lleven este nombre!

Jesús NO Es Un Angel , COMO LO AFIRMAN LOS TESTIGOS DE JEHOVA

Hay quienes enseñan que Jesús no es Dios, sino la encarnación de un arcángel. Esta enseñanza ha surgido, como muchas otras, de la interpretación errada de ciertos textos bíblicos sacados fuera de contexto y se remonta a los primeros siglos de la Iglesia. Esta posición errada pasa por alto numerosos textos de las Escrituras que la contradicen claramente.

Hebreos 1, 5-13 — En efecto, ¿a qué ángel dijo alguna vez: «Hijo mío eres tú; yo te he engendrado hoy y también: yo seré para él Padre y él será para mi Hijo?» Y nuevamente al introducir a su Primogénito en el mundo dice: «Y adórenle todos los ángeles de Dios.» Y de los ángeles dice: «El que hace a sus ángeles vientos y a sus servidores llamas de fuego.» Pero del Hijo: «Tu trono, ¡oh Dios!, por los siglos de los siglos y el cetro de tu realeza, cetro de equidad. Amaste la justicia y aborreciste la iniquidad; por eso te ungió, ¡oh Dios!, tu Dios con óleo de alegría con preferencia a tus compañeros.» Y también: «Tú al comienzo, ¡oh Señor!, pusiste los cimientos de la tierra y obras de tu mano son los cielos. Ellos perecerán, mas tú permaneces; todos como un vestido envejecerán; como un manto los enrollarás, como un vestido y serán cambiados. Pero tú eres el mismo y tus años no tendrán fin.» Y ¿a qué ángel dijo alguna vez: «Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies?» ¿Es que no son todos ellos espíritus servidores con la misión de asistir a los que han de heredar la salvación?

Este pasaje de Epístola a los Hebreos es una contundente respuesta a la antigua herejía que declara que Jesús es meramente un ángel. San Pablo enfrenta el asunto directamente y demuestra el error de esta creencia.

Daniel 10, 13 — El Príncipe del Reino de Persia me opuso resistencia durante veintiún días, pero Miguel, uno de los primeros príncipes, ha venido en mi ayuda. Yo lo dejé allí, junto al príncipe de los reyes de Persia.

Aquí vemos como Miguel es uno entre muchos príncipes celestiales. Eso contradice lo que claramente se expresa en el primer capítulo del Evangelio de Juan, donde se enseña que Cristo es singularmente especial y único, la «Palabra de Dios» por medio de quien toda la creación llegó a existir, incluídos todos los miembros de los ejércitos celestiales.

Judas 1, 9 — En cambio el arcángel Miguel, cuando altercaba con el diablo disputándose el cuerpo de Moisés, no se atrevió a pronunciar contra él juicio injurioso, sino que dijo: «Que te castigue el Señor».

Miguel no ejecuta el juicio sino que se lo deja a Dios porque él mismo, como arcángel no está autorizado a juzgar a Satanás por sus acciones. Jesús en cambio fue reconocido por los demonios como el «Santo de Dios» con autoridad absoluta sobre ellos. Comparar con Marcos 1, 21-28.

Colosenses 1, 15-17 — El es Imagen de Dios invisible, Primogénito de toda la creación, porque en El fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por El y para El, El existe con anterioridad a todo y todo tiene en El su consistencia.

Todos los ángeles y también el mismo Lucifer fueron creados por Dios el Hijo.

Colosenses 2, 18-19 — Que nadie os prive del premio a causa del gusto por ruines prácticas, del culto de los ángeles, obsesionado por lo que vió, vanamente hinchado por su mente carnal, en lugar de mantenerse unido a la Cabeza, de la cual todo el Cuerpo, por medio de junturas y ligamentos, recibe nutrición y cohesión, para realizar su crecimiento en Dios.

Todos hemos sido creados para adorar a Dios. Por lo tanto adoramos a Dios en Jesús. Si Jesús fuera un ángel, estaría prohibido adorarle—por ser una contradicción con 1

Pedro 4, 11 donde encontramos esta admonición: «Si alguno habla, sean palabras de Dios; si alguno presta un servicio, hágalo en virtud del poder recibido de Dios, para que Dios sea glorificado en todo por Jesucristo, a quien corresponden la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.»

1 Tesalonicenses 4, 16 — El Señor mismo, a la orden dada por la voz de un arcángel y por la trompeta de Dios, bajará del cielo y los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar.

Este es uno de los textos que con mayor frecuencia se usan erróneamente para afirmar que Cristo es un arcángel. Sin embargo, si Cristo fuera un arcángel, la expresión «por la voz de un arcángel» sería una aclaración innecesaria en este caso. Es obvio que, como todos los reyes, el Rey de Reyes no hará uso de su propia voz para iniciar esta acción histórica, sino que la delegará en un heraldo angelical de alto rango, un arcángel, como corresponde a la dignidad de un rey.

Apocalipsis 19, 10 — Entonces me postré a sus pies para adorarle, pero él me dice: «No, cuidado; yo soy un siervo como tú y como tus hermanos que mantienen el testimonio de Jesús. A Dios tienes que adorar.»

El ángel que habla con el apóstol Juan le advierte que sólo Dios es digno de adoración. Esto es consistente con el consejo apostólico de 1 Pedro 4, 11 que ya hemos leído anteriormente. Ver también el capítulo titulado Divinidad de Cristo.
Fuente Apuntes de Apologetica Catolica
http://voxfidei-apologetica.blogspot.com/2008/11/jesus-no-es-un-ang…
Por Defensa Bíblica e Histórica de la Fe Católica
Carlos Caso-Rosendi

El plan para destruir lo indestructible


En el año 1973 se redactó un plan maestro para intentar destruir a la Iglesia Católica sin persecuciones cruentas, sino minando su espíritu y su doctrina desde dentro.

Este plan se ha ido desarrollando paulatinamente, y realmente ha hecho sus efectos. No podrá destruir a la Iglesia porque tiene buenos cimientos, el Señor la sostiene, pero sí está logrando que la barca de Pedro sufra los embates de una corriente laicista, de un ateísmo militante, de un neo paganismo muy virulento. Y cuando uno lee despacio este programa diabólico, propiciado por la Masonería, se explica muchas cosas. Daremos a conocer en varios capítulos la urdimbre de este engendro.

Dice el Dr. Jerónimo Domínguez Residente en NE Cork: Alguien dejó olvidado en mi oficina médica un sobre grande, cerrado. Después de dos meses nadie lo reclamó. Lo abrí para averiguar la identidad de su dueño. ¡Lo que encontré fue una gran sorpresa! El Masterplan para destruir la Iglesia. Nadie firmaba, no se daba ninguna dirección, nada más que un plan riguroso para destruir la Iglesia de Cristo. Se dice que hay más de 1300 comunistas que se han hecho sacerdotes católicos para destruir la Iglesia de Cristo por dentro, para horadarla desde sus entrañas. Yo no sé si es cierto, pero lo que sí es cierto es que el Masterplan es una obra maestra de increíble audacia que, si llega a funcionar, puede resquebrajar desde sus cimientos a la Iglesia Católica.

Según este Plan la Iglesia debería haber estado arruinadapara el año 1980. Han paso 30 años y la Iglesia sigue en pié, aunque es verdad que luchando contra viento y marea. Este Dr. se ha animado a publicarlo porque está “seguro que ayudará a abrir los ojos a muchos sacerdotes y buenos cristianos antes de que sea demasiado tarde. ¡Alerta amigo! Alguien trabajará muy contra la Iglesia. ¡Abre tus ojos! No duermas que el diablo está despierto. El Masterplan parece algo perfecto.

Hay un Plan elaborado, lo segundo es cómo llevarlo a cabo paso a paso y lo tercero quién lo va a realizar. Lo iremos exponiendo.

Sustituir la Iglesia Católica por la llamada Iglesia Universal.
El Masterplan señala como principio que: de todas las Iglesias que se llaman cristianas, el bloque más firme, el que mantiene a todas, es la Santa Iglesia Católica, una vez que ésta se tambalee, toda la cristiandad caerá por su propio peso. Hay que quitarle el nombre de Santa, porque esto está llamando constantemente la atención sobre Dios, es algo sagrado, y esto sobra. Y para quitarlo es fácil, basta insistir en que una Iglesia Santa ofende a los hermanos protestantes, y por lo tanto, los católicos no deben insistir en eso.

Y así de fácil, cumpliendo este Plan nadie dirá: Una, Santa, etc. Otra palabra que sobra es Católica, porque está muy arraigada con la adoración a Dios, a Cristo, y a la veneración de la Virgen, y eso hay que derrumbarlo. Para hacerlo bastaría sustituir Católico por Universal, al fin y al cabo es lo mismo, parece que dice lo mismo, pero se quita el sabor sagrado de adoración a Dios y a Cristo que lleva el nombre católico. En el tiempo previsto quedaría en todo el mundo así la “Iglesia Universal” con todas las iglesias unidas, donde quedarían incluidos también los judíos, los musulmanes, hindús, etc. El primer mandamiento de esta Iglesia Universal”, y el único, sería: amar al prójimo como a ti mismo. Se daría culto así a un Dios llamado Bondad.

Pero un Dios que es tan bueno que no castiga; y como no puede castigar, todo el mundo se olvidará de El muy pronto. Porque el Dios que no infunde respeto, que no se le teme, la gente lo olvida. Pero todo esto, repito, es el fin del plan. El plan debe ser cosa sencilla, quitar cosas poco importantes”, sembrar una piedad falsa de compasión para los no católicos, acercarse a los no católicos, abrir las puertas de la iglesia a los que no lo son, quitar las cosas sin importancia que los pueda herir.

El Amor, el amor al prójimo sin amor a Dios.
Por supuesto es el fin del Masterplan. Pero muchos años antes hay que empezar con cosas pequeñas, más simples. Es un plan que dura varios años, hay que tener paciencia, constancia y, sobre todo, conseguir la colaboración de los Obispos, los Sacerdotes y los buenos católicos. Siempre en el nombre del amor, de la “caridad”. Aunque esta palabra caridad también sobra, porque habla del prójimo, pero está ligada también con el amor a Dios, a Cristo, y con el amor a la Virgen y a los Santos. Así es que nada de caridad, sólo amor”. Será muy fácil sustituir una palabra por otra, porque dicen lo mismo, y además, amor es más moderna, más inteligible al pueblo y puede unir más a todos.

Quizás ahora, querido amigo, no se percate de la trascendencia incalculable de este plan. Estoy seguro que según vaya conociendo los detalles se dará cuenta de que es sencillamente diabólico, que conduce a destronar a Cristo y a la destrucción de la Iglesia de Cristo, es definitiva, porque el amor al prójimo no puede existir sin la base esencial del amor a Dios, como muy bien reconoce el Masterplan.

El Masterplan dice que también sobra la palabra piedad, que hay que sustituirla por la palabra comprensión, que dice lo mismo en relación a los hombres, con los hermanos, pero que no conlleva el significado de unión con Dios, con Cristo, con la Virgen, etc. Será fácil: hay que insistir en que eso de piedad suena beato, a gente hipócrita, a gente sin carácter; hay que decir que piedad suena a vieja que no tiene nada que hacer y que va a pasar el tiempo en la Iglesia.

La esencia del Masterplan es increíblemente sencilla. Consiste en implantar el amor y adoración al hombre y quitar el amor y adoración a Dios. El Masterplan razona así: una vez que haya desaparecido el amor a Dios, los hombres no se pueden amar, sino se odiarán. Así es que la meta consiste en modificar el primer mandamiento de la Ley de Dios que dice amar a Dios sobre todas las cosas, con todo tu corazón y con toda el alma y con toda tu mente. El plan es muy atrayente porque se hace todo en nombre de una gran causa:del amor al prójimo”. Y con este lema, nada menos que en nombre del “amor” se consigue fácilmente la colaboración sincera de buenos católicos, de Sacerdotes y de Obispos, para tratar de terminar con el amor a Dios, con el amor a la fuente de todo amor. En nombre del amor se trata de conseguir el odio a la esencia del amor a Dios.

¡Fuera Sotanas y Hábitos!
Lo primero del Masterplan es quitar de la gente las cosas externas sin importancia. Los primeros años se dedicarán a que las gentes no usen las medallas, ni los escapularios… que los ¡sacerdotes y monjas dejen de usar hábitos! , etc. Todas estas cosas externas sin importancia, dice el Masterplan, pero son testimonio de vidas que constantemente mantienen en el ambiente de Dios, de Cristo y de la Virgen… y eso es lo primero que hay que quitar. Hace años el Masterplan planeó quitar estos hábitos porque son testigo de vidas que se dan a Dios. Cada hábito de una monja en la calle era un grito de vida entregada al amor de Dios, era el grito silencioso, pero constante, de que Dios y Cristo existen en el siglo XX-XXI, de millares de personas dispuestas a sacrificar su única vida por amor a Cristo. El Masterplan lo planeó bien y se siente orgulloso de haber usado nada menos que al Concilio Vaticano II para llevarlo a cabo. El plan era empezar a decir que los hábitos son cosas anticuadas; en segundo lugar divulgar la idea de que vestidos de seglares los sacerdotes y monjas se pueden introducir e infiltrar en ambientes que con el hábito eran una barrera que separaba a los hermanos protestantes de los católicos.

El Masterplan ha tenido sin duda gran éxito. Ya se ven pocas monjas y sacerdotes en las calles, ni en ninguna parte. Esta es la primera parte del plan. La parte final del plan es conseguir que no existan de verdad. El Masterplan espera que la gente se olvide de la figura del sacerdote y de la monja; al no verlos está seguro que la juventud va a ignorar su existencia y al ignorar su existencia a nadie se le va ocurrir ni pensar en la posibilidad de hacerse sacerdote o consagrarse a Dios.

Sobre el Masterplan se habló bastante hace años. Después ha caído en silencio, pero el programa sigue su desarrollo. No olvidemos La alianza de las civilizaciones”, y toda la trama que desde la misma ONU y la UNESCO se está fomentando contra la Iglesia Católica. Y en muchos países, entre ellos España, está calando. Es verdad que la Iglesia ha sufrido a lo largo de su historia muchísimas envestidas, casi siempre muy graves, y ha salido adelante. Como ocurre ahora. Pero no está mal conocer el plan del enemigo para no dejarnos engañar. La siembre de cizaña no cesa, por eso no hay que dormirse. Como dice el Cardenal Prefecto de la Congregación el Clero, el peor enemigo de la Iglesia no está fuera, sino las almas tibias, incluidas la de los sacerdotes, que hay dentro.

Seguiremos desgranando este Plan.

Razones para no celebrarlo

SIETE RAZONES PARA NO CELEBRAR EL HALLOWEEN
1. NO es una actividad cristiana.
Ninguna iglesia de denominación cristiana celebra esta fecha. Ni católicos, ni evangélicos, celebramos y nunca celebraremos una noche dedicada a la exaltación de la brujería en ninguna de sus formas.

2. Va contra las enseñanzas de Jesús. Jesús está en contra de la brujería en todas sus formas: espiritismo, hechicería, adivinación, lectura de cartas, horóscopos, astrología y tantas máscaras con que se encubre la maldad. Estas han sido declaradas enemigas de la Palabra de Dios desde tiempos muy remotos y van contra todas las enseñanzas de nuestro Señor, quien dice claramente que «el que no está conmigo está contra mí». Hay innumerables referencias bíblicas donde se condena el uso de toda estas clases de mal. 
3. NO es una tradición costarricense. Como ocurre siempre que se importan actos culturales diferentes a los nuestros, el verdadero significado queda relegado a una simple imitación. Jamás se ha celebrado como parte de nuestra cultura e idiosincracia costarricenses una noche dedicada a las brujas. 
4. Sirve para rendir culto a satanás. Aunque en apariencia es una actividad recreativa y muy llamativa, sobre todo para los niños, su verdadero significado sigue oculto a nuestros ojos. En muchos países, incluyendo el nuestro, los grupos satánicos usan esa noche para un «culto» especial dedicado a satanás y en muchos países alrededor del mundo, se hacen sacrificios humanos, sobre todo de niños que han sido secuestrados de sus hogares y que son ofrecidos como víctimas inocentes en una noche de lujuria, drogas, alcohol y toda clase de desenfrenos, en las llamadas «misas negras».
5. Se opone al primer mandamiento. Este tipo de actividades, ni exalta el nombre de Jesús, ni tiene nada que ver con su Padre Celestial y mucho menos con el Santo Espíritu del Dios Altísimo. Por lo tanto, va en contraposición al primer mandamiento de amar a Dios con toda nuestra alma, nuestra mente, nuestro corazón, con todas nuestras fuerzas, en fin con todo nuestro ser.
6. Participar es olvidarse de Dios. Participar quiere decir «ser parte de»: si usted participa está siendo parte de esta tremenda responsabilidad espiritual: No sólo se está alejando u olvidando de la adoración al Dios Eterno e Inmortal, sino que está siendo parte de una actividad que glorifica a las brujas y a su padre satanás.
7. Contamina y esclaviza a nuestros niños. No hay magia blanca y magia negra, no hay brujas buenas y brujas malas. Toda la actividad demoníaca se disfraza y se oculta para ganar adeptos y así muchas veces «vestimos» a nuestros niñitos como «brujitas» y «diablitos». Jesús dijo: «Dejad que los niños vengan a mí y NO SE LO IMPIDÁIS, porque de los tales es el Reino de los Cielos». ¿Llevaría usted a sus niños disfrazados ante Jesús y los podría presentar libremente y con su conciencia tranquila? Jesús necesita a sus niños libres de toda clase de máscaras y limpios de toda contaminación.

LOS 20 ¿SI PUEDO ¡¡

» Los 20 “¡Sí, puedo!”
Alguien dijo que el Éxito viene en “sí puedo” y el fracaso en “no puedo”.
A continuación, veinte “sí puedo” para el éxito:
1. ¿Por qué he de decir que no puedo, cuando la Biblia dice que todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses 4:13)?
2. ¿Por qué he de padecer necesidad cuando sé que Dios suplirá todas mis necesidades de acuerdo a Sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Filipense 4:19)?
3. ¿Por qué he de tener miedo cuando la Biblia dice que Dios no me ha dado espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio (2 Timoteo 1:7)?
4. ¿Por qué me ha de faltar Fe para cumplir mi llamamiento, sabiendo que Dios me ha asignado una medida de fe (Romanos 12:3)?
5. ¿Por qué he de ser débil cuando la Biblia dice que el Señor es la fortaleza de mi vida y que yo me esforzaré y actuaré porque conozco a Dios (Salmo 27:1; Daniel 11:32)?
6. ¿Por qué he de permitir que Satanás tenga la supremacía en mi vida cuando el que está en mí es más poderoso que el que está en el mundo (1Juan 4:4)?
7. ¿Por qué he de estar falto de sabiduría cuando Cristo es mi sabiduría de Dios y Dios me da sabiduría en abundancia cuando se la pido (1Cor. 1:30; Santiago 1:5)?
8. ¿Por qué he de aceptar la derrota cuando la Biblia dice que Dios siempre me guiará en la victoria (2Cor. 2:14)?
9. ¿Por qué he de estar deprimido cuando puedo recordar el amor, la bondad y la fidelidad de Dios y puedo tener esperanza (Lamentaciones 3:21-23)?
10. ¿Por qué he de estar preocupado y ansioso cuando puedo echar toda mi ansiedad sobre Cristo que cuida de mí (1Pedro 5:7)?
11. ¿Por qué he de estar atado sabiendo que hay libertad donde está el Espíritu del Señor (Gálatas 5:1)?
12. ¿Por qué me he de sentir condenado cuando la Biblia dice que no estoy condenado porque estoy en Cristo (Romanos 8:1)?
13. ¿Por qué me he de sentir solo cuando Jesús dijo que está siempre conmigo y que nunca me dejará ni me abandonará (Mateo 28:20; Hebreos 13:5)?
14. ¿Por qué me he sentir maldito o que soy víctima de la mala suerte cuando la Biblia dice que Cristo me redimió de la maldición de la ley para que pueda recibir Su Espíritu (Gálatas 3:13,14)?
15. ¿Por qué he de estar descontento, cuando, así como Pablo, puedo aprender a estar alegre en cualquier circunstancia (Filipenses 4:11)?
16. ¿Por qué he de sentir que no tengo valor cuando Cristo se hizo pecado por mi beneficio para que yo pudiera ser hecho justicia de Dios en El (2Corintios 5:21)?
17. ¿Por qué he de tener un complejo de persecución sabiendo que nadie puede estar en contra de mí cuando Dios está a mi favor (Romanos 8:31)
18. ¿Por qué he de estar confundido cuando Dios es el autor de paz y Él me da conocimiento por medio de Su Espíritu que mora en mí. (1Cor. 14:33; 2:12)?
19. ¿Por qué he de sentirme fracasado cuando soy vencedor en todo por medio de Cristo (Romanos 8:37)?
20. ¿Por qué he de permitir que las presiones de la vida me molesten cuando puedo tener el valor de saber que Jesús ha vencido al mundo y sus tribulaciones (Juan 16:33)?
Ánimo, Dios ve los corazones de los hombres, Sé Luz del mundo!!!.
DIOS te bendiga abundantemente!!!!!
ATTE. Tu hermano JAVIER MENA

¿Católicos o cristianos? He ahí el dilema

¿Católicos o cristianos? He ahí el dilema

oct 14, 2011 con Comentarios 2

En algunos católicos hay serios problemas de identidad por el uso inadecuado de dos términos que son sinónimos e inseparables: “cristianos” y “católicos”.

Por el P. Jorge Luis Zarazúa Campa, fmap
http://www.facebook.com/zarazuajorgeluis

De protestantes a cristianos
Desde el siglo XVI, los grupos que se separaron de la única Iglesia de Cristo, a raíz de la Reforma luterana, empezaron a llamarse protestantes. Esto ocurrió en los mismos inicios de la Reforma, ya desde 1529. Así se llamaban a sí mismos y de esta forma aprendimos a llamarlos. Era el nombre común de las distintas denominaciones surgidas en el seno del cisma protestante, utilizados desde sus orígenes hasta nuestros días.
Pero desde hace algún tiempo empezaron a llamarse simplemente cristianos. Lo hicieron como estrategia proselitista, omitiendo precisar el nombre de la propia denominación.

Problema de identidad
El problema es que también nosotros empezamos a llamarlos de esa forma, quedando como términos opuestos dos términos que siempre han sido sinónimos y que son y deben seguir siendo inseparables: “cristianos” y “católicos”.
Se ha llegado tan lejos que “católico” parece ser ahora, en la mente de muchos protestantes, sinónimo de “no cristiano”. Pero también en la mente de los católicos sucede algo parecido. Si alguien pregunta: “¿Eres cristiano?”, no falta alguien que responda: “No, soy católico”.
En conclusión, hemos llegado a tener serios problemas de identidad.

Los católicos somos cristianos
Por eso es importante precisar que los católicos nos llamamos cristianos desde los tiempos apostólicos, desde la época en que vivieron san Bernabé y san Pablo, como puede leerse en los Hechos de los Apóstoles y en otros escritos del Nuevo Testamento.

Los cristianos somos católicos
Pero también es importante precisar que los cristianos nos llamamos católicos desde los inicios de nuestra Iglesia, como la atestigua la carta de san Ignacio de Antioquía a la comunidad de Esmirna, escrita hacia el año 107, pero que refleja una tradición anterior, pues san Ignacio dice con mucha naturalidad:

«De manera que dondequiera que está el obispo, ahí está la Iglesia Católica».

“Los seguidores del Camino”
El primer nombre de nuestra Iglesia fue el “Camino” (cf. Hch 18, 25-26; 19, 9.23; 22, 4; 24, 14.22), porque la fe cristiana no es sólo un conjunto de enseñanzas y doctrinas, sino un estilo de vida, un camino de fe donde se vive la enseñanza de Cristo (Mt 28,18-20) y los Apóstoles (Hch 2, 42-47). Por eso nos llamaban “los seguidores del Camino” (Hch 9, 2). En Antioquía, donde se anunció valientemente el Evangelio a raíz del martirio de san Esteban y la subsiguiente persecución contra la Iglesia, sucedió algo de trascendencia histórica. Escuchemos a san Lucas:

Y fue en Antioquía, donde por primera vez los discípulos recibieron el nombre de «cristianos» (Hch 11, 26b).

Desde entonces, los que creemos en Jesús, adoptamos este bello nombre (1Pe 4, 16), porque expresa lo esencial de nuestra fe: nuestra adhesión y pertenencia a Cristo, a quien reconocemos como único Salvador y único Señor (Rm 10, 9-10), por el misterio de su encarnación y el misterio de su pasión, muerte y resurrección.
Conviene precisar que el término «cristianos» aparece pocas veces en el Nuevo Testamento (1Pe 3, 16; 1Pe 4, 16; Hch 11, 26; Hch 26, 28; 3Jn 7), pero se ha convertido en nuestro nombre porque subraya lo esencial de nuestra pertenencia a Cristo: Somos cristianos porque creemos en Cristo y estamos íntimamente unidos a él por el bautismo.

Católica desde el principio
Nuestra Iglesia se llamó católica desde el principio, como lo atestigua el Símbolo de los Apóstoles. En este credo proclamamos nuestra fe en la Santísima Trinidad y en su designio de salvación. También manifestamos nuestra adhesión a la Iglesia cuando decimos: “Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos…”, pues el Señor Jesús fundó esta Iglesia y le encomendó anunciar el Evangelio “a toda la creación”, es decir, a todo el universo (cf. Mc 16,15). Hay que recordar, en este contexto, que la palabra “católica” significa “universal”.

«Cristiano es mi nombre y Católico mi apellido»
San Paciano, obispo de Barcelona, resume, a principios del siglo IV, con mucha claridad la estrecha relación entre “cristiano” y “católico” señalando lo siguiente:

«Cristiano es mi nombre y Católico mi apellido. Aquél expresa lo que digo ser; el otro me demuestra como soy. Éste me da por bueno; aquél me significa.» (Primera carta a Simproniano).

San Paciano también señala lo siguiente hablando de la Iglesia:

«La Iglesia es católica porque es una en todos y una sobre todos».

Y explica el significado del término “católico” con estas bellas palabras:

«Católico quiere decir: “Dondequiera, uno”; o como los Doctores piensan “obediencia de todos” a los mandamientos de Dios, naturalmente. De donde dice el Apóstol: “Si sois obedientes en todo” (2Cor 2, 9). Y en otra ocasión: “Pues como, por la desobediencia de uno, muchos fueron los pecadores, así también, por la obediencia de uno, muchos serán hechos justos” (Rm 5, 19). Así pues, el que es católico es obediente a lo que es justo; y el que es obediente, ya es cristiano; y de este modo el católico ya es cristiano. Por lo cual, nuestro pueblo es distinguido del pueblo herético por el solo hecho de llamarse católico».

Conclusión
Así pues, somos cristianos porque creemos en nuestro Señor Jesucristo; somos católicos porque formamos parte de la Iglesia que él fundó, que es universal, que es católica, y que conserva la plenitud de la verdad y de los medios de salvación (1Pe 3, 15; Mc 16, 15-16). Los dos términos son, desde un principio, un binomio inseparable.
Podemos concluir esta cuestión repitiendo las palabras de Jesús con relación al Sacramento del Matrimonio:

Pues bien, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre (Mt 19, 6b).

No separemos estos dos términos que nos describen desde la fundación de nuestra Iglesia. Recuerda siempre: «Cristiano es mi nombre; Católico es mi apellido».

¿Se puede bautizar a los niños?
De el Viernes, 14 de octubre de 2011,18:40
Para lograr responder adecuadamente a esta preguntaque surge  como» inquietud »  doctrinal desde los tiemposde la reforma protestante , es imprescindible que en primer lugar tomemos nosolo la biblia como única regla de fe y norma del cristiano , como lo asumenlos evangélicos y las sectas sino también la historia y el marco referencial y contextual para responder asertivamente esta acción que para nosotros los cristianos católicos , así como los anglicanos , metodistas, presbiterianos , luteranos y otras agrupaciones   es fundamental .
Todo esto surge de aquellos que toman como única reglade fe y acción a la santa biblia, dejando u obviando los testimonios de losprimeros cristianos, datos históricos ,documentos doctrinales y sobre todo eldesconocimiento de la trampa que se cierne sobre los que se bautizan por unasegunda vez haciéndose ANABAPTISTAS  contraviniendo así  a la biblia, quedando en evidencia que solo tomande ella los que les conviene o les conforta , lo demás asuntos o doctrinas queles mueva  de allí , esas NO ¡¡ Eso sería sacarlos de su zona de confort ysentirse con dudas de  lo que están creyendo, con la respectivas accionesde reflexión,  meditación, arrepentimiento y conversión que tanto  senecesita para entender este tema y otros que nos separan de forma y de hecho .
Debemos estar claros que lo que se esconde detrás deesta «objeción» es más que solo el  ceñirse a lo que tácitamentedice o no dice la biblia, la verdad está en  la ANTI CATOLICIDAD quesubyace en todo esto. 
Ahora vayamos a tema en cuestión, aquí les presentoporque nosotros, SI  encontramos bíblico el bautismo de los niños: Sibien es cierto que le Escritura   se lee que muy explícitamente que si se bautizaba a los  adultos, también se entiende implícitamente
Que se bautizaba a infantes: 
Mientras los evangélicos en su criterio sesgado citan: a Romanos 10:13″porque todo aquel que invocare el nombredel Señor, será salvo.» El católico entendiendo que TODOS loscreyentes somos familia y que Dios quiere a todos salvados, citamos: 1Timoteo 2:4 «el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan alconocimiento de la verdad.» 
Para los evangélicos, el Bautismo no es más que unsigno externo u ordenanza de una conversión interna. Es nada más que untestimonio. No hace nada en el alma. Lo necesario es creer en Jesús, aceptarlocomo «salvador personal», y con esto son «salvos».  Siuno nunca se bautiza no es tan importante.  
Para nosotros  los católicos la salvación es másque «solamente creer». (De hecho, según Santiago 2, 19 también losdemonios creen, pero no son salvos).
Las Escrituras nos muestran que, dentro del plan deDios para nuestra salvación, entra el bautismo: He 10, 2″ Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe,purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura» Mr.16, 16 «El que creyere y fuere bautizado será salvo» (no solo creer,es necesario el  bautizarse) Ge 3, 26 «Todos los que habéis sidobautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos»
 Y se lee en laEscritura que no se bautizaba un solo individuo sino a familias enteras: Hechos16:31 «Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, túy tu casa. Hechos 18, 8 «Y Crispo, el principal de la sinagoga, creyóen el Señor con toda su casa; y muchos de los corintios, oyendo, creían y eranbautizados. «Pablo bautizo a toda la familia de Esté fanas (1 Co 1,16). En la Escritura los niños son miembros de su familia y es más, ellostambién entran en el pacto de la alianza: Y estableceré mi pacto entre míy ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pactoperpetuo… guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti por susgeneraciones (Gen 17, 7,9-10). 
En el AT, la señal de entrar en el antiguo pacto conDios era la circuncisión: Sera circuncidado TODO varón de entre vosotros (Gen17, 10). Se hacía ocho días después de nacer (Ver Isaac en Gen 21, 4 y Pablo enFIP 3,5). No se esperaba a que tuvierasuficiente edad para decidir.
 En el Nuevo Pacto que estamos viviendo la señales ahora no la circuncisión es el bautismo: Col 2, 11-12 En éltambién fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar devosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultadoscon él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediantela fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos Y así como Diosordeno en el antiguo pacto que entraran los niños (Gen 17, 10)
En el Nuevo Pacto Jesús también ordena que: Dejada los niños venir a mí, y no se lo impidáis;porque de los tales es el reino de los cielos (Mt 19, 14).
El sacramento delBautismo

HORA SANTA



El sol brilla, enorme, candente, encandilante, en medio de desierto. El aire sofoca. Arena y polvo vuelan enloquecidas en el viento. Los labios se agrietan sobre las bocas resecas. Falta agua, el hambre aprieta.
La caravana avanza lentamente. Los hombres arrastrando sus armas; las mujeres apenas sosteniendo sus bultos y enseres; y los niños ya sin fuerzas ni siquiera para llorar.

Y, al frente, el caudillo alucinado, empecinado en la marcha. “ ¡Allá, allá! ” Apunta al horizonte lejano. “ Allá esta la tierra prometida; la tierra que mana leche y que mana miel ”. Los hombres aguzan los ojos; entrecierran los párpados las mujeres y se empinan en los pies. Pero, ni siquiera el engaño del espejismo: el horizonte es polvo, viento, hirviente sol.
Y hambre, y sed.

Sí: los han sacado de Egipto. Eran esclavos; y el hombre enviado por Dios los ha liberado. Pero ¿para qué quieren la libertad en este desierto hostil? ¿Quién se acuerda ahora de los latigazos de los capataces, de las cabezas gachas, de la amargura de la servidumbre?

¡Ah! Cuándo aprieta el tormento de la sed ¡qué bellas y frescas aparecen en el recuerdo las aguas del Nilo! Y, en medio del hambre, ¡qué banquete parecen las ollas de carne que allá comían! Y, cuando la arena se mete en los ojos y en la boca y en los oídos ¡ah! ¡el recuerdo de las sólidas paredes de las casas allá dejadas! ¡Qué importa la esclavitud cuando hay agua, comida, techo y pueden las madres cantar el arrorró a su niños y, a la tarde, los jóvenes danzar y cantar a la luz de las fogatas! ¿Por qué se nos habrá ocurrido prestar oídos a este loco y a su libertad y a su tierra prometida?

Los hombres murmuran, protestan sordamente las mujeres, y el clamor llega a Moisés: “ Ojalá –cuenta la Biblia- el Señor nos hubiera hecho morir en Egipto cuando nos sentábamos delante de las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos. Nos has traído a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud ”

Se eleva la queja al cielo.
Y también ora Moisés:”¿ Por qué tratas mal a tu siervo? ¿Por qué, señor, no he hallado gracia a tus ojos, para que hayas echado sobre mi la carga de todo este pueblo?”
Y Dios escucha. Y responde: “ Yo haré caer pan para ustedes desde lo alto del cielo ”.
Y el maná cae como copos de nieve refrescante para alimentar a su pueblo. Y las fuerzas vuelven, y el desierto ya no parece tan desierto, y los cuerpos agobiados ya pueden erguirse nuevamente, y mirar al horizonte –y hasta parece que ya, a lo lejos, pero no tan lejos, se ve algo- y, restaurados, siguen la marcha hacia la tierra prometida.

También Jesús un día llamó a nuestras puertas. Nos sacudió, nos despertó. Estábamos en Egipto, entorpecidos por el mundo que nos rodeaba, esclavos del ambiente, esclavos de nuestra pereza, de nuestros gustos, de nuestra mediocridad, de nuestros sentidos. Bajábamos la cabeza ante los capataces del mundo, de la moda, del qué dirán. Humillábamos nuestra inteligencia ante la opinión de los otros, de los diarios, de las revistas, del cine, de la televisión. Comíamos de las ollas de carne de la pavada cotidiana, de la charla tonta, de la fiesta, del bailecito, del chisme de familia, de oficina y entre vecinos. Se nos hacía agua en la boca ante las pirámides de las riquezas, de los autos último modelo, de la técnica, de los negocios y de las vidrieras de los supermercados. Bebíamos en las tranquilas aguas del Nilo nuestra pachorra burguesa –o nuestra rebeldía adocenada- buscando el placer y la comodidad. Que los látigos de los capataces siglo XX ya no duelen, sino que hipnotizan y acarician, engañan y adormecen. Quizá sí, un día, hirientes, silbarán, pero ya será tarde para escapar.

Sí, así estábamos. Hasta que un día tú, Señor, Moisés, Jesús, nos llamaste y despertaste. Nos hiciste sentir la bajeza de nuestra condición esclava y nos mostraste el sublime camino de la libertad. Tu evangelio nos habló de otros senderos; nos excitó a la lucha y al combate; nos señaló el horizonte estupendo de tu compañía en la eternidad.

Y, entonces, abandonamos Egipto -¿te acuerdas?-. Aquella vez que, harto de mis pecados, me volví a Ti y tu me sonreíste. O esotra, a lo mejor, cuando, después de ser cristiano durante tanto tiempo, me di cuenta finalmente lo que ser cristiano quería en serio decir. O, quizá, esa vez que, cansado de tanta nauseabunda chatura y mediocridad, me sacudiste con tu mirada de jefe. O esa otra en que, después de tanto tiempo, me confesé. O aquel retiro cuando me alisté en tus filas. O, simplemente, cuando de niño crucé el mar rojo del las aguas del bautismo y esa semilla creció siempre en medio de mi familia buena. Sí: me llamaste y tomé tu bandera y te seguí al desierto. Hacia la prometida tierra.

Pero ¿para qué lo vamos a negar Señor? Al principio corríamos entusiasmados. Todo parecía fácil. ¡Qué alegría ardía en nuestro pecho! ¡Descubrir la belleza del darse a los hermanos, del ser dueño de si mismo, del ser amigos tuyos, del vivir con la frente bien alta!
Pero, el camino es largo. No es la huida presurosa de un día. Es la marcha fatigosa y lenta de los años. Y tus desiertos, Señor, a veces, se transforman en calvarios. Y, perdóname Señor, si te lo digo ¡qué lindo aparece Egipto a nuestro lado! Y ¡qué lejos, qué nublado e inasible, se nos aparece tu cielo prometido! ¡Qué tentación las ollas de carne egipcia!
Sí, cristianos. Dios, Jesús, Moisés, no nos ha llamado a un fácil camino. Sed y hambre habrá. Y espina y clavos. Las oscuras noches de la oración no respondida; del precepto exigente; de los fracasos; de las caídas; del llamado de Egipto; de las penas; de la salud herida; de las ingratitudes y abandonos.
Y tendremos hambre y tendremos sed. Y solo habrá, para nosotros, hiel y vinagre.
Pero, Jesús ya lo sabe. Y Jesús no te deja solo. Y Jesús calma tu hambre. Y Jesús hace llover sobre tu alma hambrienta el pan de los ángeles.

“Yo soy el pan de vida” –dijo-.
“El que viene a mi jamás tendrá hambre;
“El que cree en mi jamás tendrá sed.”
“Yo soy el pan de vida”.
“Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero este es el pan que desciende del cielo, para el que lo coma no muera.”
“Yo soy el pan vivo bajado del Cielo. El que coma este pan vivirá eternamente y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo.”
Cuando se haga penoso tu camino; cuando te tiente Egipto; cuando quieras reponer tus fuerzas y seguir el combate; cuanto te abrume el estar solo entre tantos egipcios porteños que se burlan; cuanto te apriete la angustia, el dolor, o la soledad y se empañe tu esperanza de eternidad; ¡soldado, ven al sagrario, Jesús te da su pan!
Canto: “Cuerpo y sangre de Jesús”.

Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos.
Amén

Oremos en silencio cinco minutos.

Señor Jesús, Pan aquí presente en la multiplicación milagrosa de los sagrarios; Dios todopoderoso, caudillo nuestro que te nos das en este maná. Preso en el copón. Preso esta noche, mañana morirás en el calvario.
No prometemos acompañarte –al menos no te lo prometemos en alta voz, para que no nos oigan: Pedro gritó su promesa delante de los demás y después te negó tres veces-. Queremos hacerte, en cambio, una promesa más modesta, silenciosa y tímida. Una promesa condicional, humilde; porque nos conocemos y nos sabemos débiles:
Si Tu nos lo pides; si nos das las fueras; si es necesario; si nos acompañas; ¡que se haga en nuestra vida tu voluntad!; aún –y “si es posible apártese de mi este cáliz”- aún si nos quieres llevar a la Cruz.
Pero, entonces, no nos niegues nunca de este Pan. Que encontremos aquí el gozo y aliento de tu compañía; que, en tu sagrada mesa, repongamos nuestras fuerzas y encontremos ayuda para nuestra debilidad. Amén.

Bendito sea Dios.
Bendito sea su Santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendito sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Consolador.
Bendita sea la Incomparable Madre de Dios la Santísima Virgen María.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el Nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José su casto esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

Canto: “Alabado sea el Santísimo…”

C. Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del altar.
P. Sea por siempre bendito y alabado.

HORA SANTA


Contemplación

Santo, Santo, Santo es Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar. Jesús, Tú eres Santo y más que Santo. Silenciosamente Te haces presente en un sencillo y pequeño pedazo de pan y estás frente a mí. Concédeme entender con el corazón, que Tú estás vivo ahí y que es por mí. Dame Señor una fe viva que me haga consciente de Tu presencia real en la hostia Consagrada. Oh Jesús, concédeme en este momento la gracia de adorarte con todo mi ser: mi alma, mi espíritu y mi cuerpo.
¡Santos y Ángeles, vengan y adoren conmigo a Jesucristo, el Señor resucitado que está en verdad ante mí! María, Madre del Salvador y madre de todos nosotros, acomáñanos Tú también. Tú me has invitado a adorar a Jesús en el Santísimo Sacramento y me has asegurado que no estaría solo.
¡Oh María, gracias por Tu presencia! Como Santo Tomás, yo quisiera decir: ¡Señor mío y Dios Mío! No te pido Jesús que extiendas ante mí Tus manos y me muestres tus heridas. Yo creo que aquí estás Tú, verdaderamente vivo y realmente presente en Tu cuerpo, alma y divinidad, con la plenitud de Tu amor. Por eso me postro ante Ti y guardo silencio… (Contempla un momento la grandeza de este misterio) Padrenuestro, Ave María y Gloria… (En caso de una adoración comunitaria, cantar un himno eucarístico o bien, meditar el Salmo 58, 12).
«…y se dirá: Si hay un fruto para el justo; sí, hay un Dios que juzga la tierra».
Tú eres mi Dios
Jesús, Tú eres mi Dios. Eres fuente de santidad, porque eres la santidad misma. Sólo a Ti y a nadie más debo adorar. Por eso es que hago a un lado todas las cosas, personas y planes. Me despojo de cualquier otro pensamiento, para ocuparme tan sólo de adorarte. Quiero que mi mente y mi corazón sean uno Contigo. Con todo mi ser, me entrego enteramente a Ti.
Madre mía, me doy cuenta que soy indigno de adorar a Jesús. Gracias por acompañarme, porque no hay en el mundo persona más digna que Tú de adorar y de amar a Jesús. Y es que Tú eres Su Madre, amorosa y fiel. María, por eso Te entrego mi corazón, para que Tú puedas adorar a Jesús en mí y conmigo. Madre, Te consagro a mi familia, a mis seres queridos, a mis amigos, a mi comunidad, a mi pueblo y a mi Iglesia.
Oh Madre, Te amo intensamente y me ofrezco a Ti. Por medio de Tu amor, Tu bondad y Tu gracia, ¡sálvame! Quiero pertenecerte por entero. Te amo infinitamente y quiero que Tú me protejas. Desde el fondo de mi corazón Te pido, Madre misericordiosa, que me prestes Tu bondad, para que sea yo capaz de amar a mi prójimo como Tú amaste a Jesús. Ayúdame a ser grato a Tus ojos. Me pongo totalmente en Tus manos y Te pido que me acompañes en cada momento de mi vida, Tú que eres la llena de gracia. Amén Jesús me he consagrado a Tu Madre para poder pertenecerte a Ti de forma más perfecta. Concédeme ser Tuyo con María, como ella lo fue. Mira el amor que ella Te tiene y concédeme amarte cada día de mi vida, tal y como María Te amó aquí en la tierra. Aparta de mi corazón toda soberbia, egoísmo y cualquier sentimiento que me impida adorarte profundamente.
(Permanece en silencio)
Padrenuestro, Ave María y Gloria…
(Canto eucarístico o bien, medita el Salmo 104, 1-2; 33-34)
<<¡Alma mía, bendice a Yahveh! ¡Yahveh, Dios mío, que grande eres! vestido de esplendor y majestad, arropado de luz como un manto, Tú despliegas los cielos lo mismo que una tienda…>>
A Yahveh mientras viva he de cantar, mientras exista salmodiaré para mi Dios. Yo en Yahveh tengo mi gozo>>

Jesús, Tu me amaste hasta la muerte y más que eso. Naciste por mí, viviste por mí, moriste y resucitaste por mí. Al percatarte de que Tu muerte Te separaría de mí, supliste por amor Tu ausencia, quedándote conmigo y por mí en el Santísimo Sacramento. ¡Bendito seas Jesús en este simple pedacito de pan que es la Hostia Consagrada! ¡Seas por siempre alabado Señor, Tú que eres el único digno de toda gloria y alabanza!
¡Bendigo y glorifico al Padre Celestial que Te envió a dar Tu vida a nosotros y por nosotros! Gloria y alabanza al Espíritu Santo que, por intercesión de María, clama en mí: ¡gloria y alabanza, por siglos de los siglos!
Señor, permíteme adorarte en todas las iglesias del mundo: ¡bendito y alabado seas en cada Hostia Consagrada!
¡Bendito y alabado seas en todas las comuniones en las que me he encontrado Contigo! Yo te glorifico y ensalzo, en reparación de cada uno de esos encuentros, en los cuales Te recibí sin haber estado realmente consciente de que Tú, el Dios vivo y verdadero, habías venido a mí. ¡Bendito seas Jesús, por cada momento que hasta ahora he pasado Contigo y por todos los que viviré en el futuro! ¡Bendito seas por aquellos que Te reciben con fe, porque viven en el amor, inspirados por Ti! Quiero glorificarte y pedirte perdón, por los que se oponen a Ti y Te persiguen. Quiero adorarte Señor y consolar el dolor que Te causan aquellos que Te reciben, sin darse cuenta de Tu presencia amorosa en la Eucaristía. Perdónalos Jesús, porque al término de la Santa Misa salen a la calle y se comportan como si no te hubieran recibido. ¡Oh Señor, bendito y glorificado seas, porque has venido a traer Tu amor y Tu vida en abundancia a los que se acercan a Ti!
(Permanece en silencio y deja que estas palabras resuenen en tu interior)
Padrenuestro, Ave María y Gloria…
(Canto eucarístico o bien, medita el Salmo 145, 1-2; 7-10)
«Yo te ensalzo oh Rey Dios mío, y bendigo tu nombre para siempre jamás; todos los días te bendeciré, por siempre jamás alabaré tu nombre;…
…se hará memoria de tu inmensa bondad, se aclamará tu justicia.
Clemente y compasivo Yahveh, tardo a la cólera y grande en amor; bueno es Yahveh para con todos, y sus ternuras sobre sus obras.Te darán las gracias, Yahveh, todas tus obras Y tus amigos te bendecirán…»

Señor Jesús, permite que cada palabra que pronuncie durante esta oración, sea en unión con Tu Espíritu Santo. No permitas que sean expresiones huecas. Inspírame para poder comprender Tu palabra, con las cuales has querido atraerme completamente a Ti. Tu dijiste que eras alimento para nuestro espíritu, para nuestra vida, para saciar toda hambre, pero primero y antes que nada, para suplir nuestra hambre de amor. Jesús, alimenta mi alma, ahora que Te estoy adorando.
Convencido por Tu palabra, la cual se aplica también a mí, aquí estoy Jesús y Te imploro: ¡dame de comer, dame de beber! Estoy hambriento y sediento. Nada podrá calmar mi hambre y mi sed, nada sino Tú, porque todo es pasajero, todo es imperfecto. ¡Gracias porque Tú eres la respuesta a todas mis necesidades y anhelos!
(Permanece en silencio)
Jesús, aquí estoy de rodillas ante Ti, en nombre de todos aquellos que tienen hambre y sed de verdad, de justicia, de amor y de reconciliación.
Estoy de rodillas ante Ti, en nombre de todos los que están sedientos y andan en busca de bebidas que embriagan y los conducen a la muerte y no a la vida. ¡Oh Pan de Vida Eterna, estoy de rodillas ante ti en nombre de los que están en conflicto y hacen las guerras; de los que odian y se persiguen unos a otros; de los que con celo se acechan mutuamente, a causa del pan terrenal! Jesús, revélate a ellos, Tú que eres el pan celestial de vida eterna.
Haz que Te encuentren y que sientan Tu presencia, de tal manera que no continúen vagando por el mundo, siendo golpeados por el pecado y por el mal. Jesús, Tú que eres el maná del Padre para los viajantes que peregrinamos por el desierto de este mundo, atiende la oración que Te ofrezco por todos aquellos que tienen hambre del pan terrenal; que trabajan y no reciben salario, porque son explotados por los más ricos y poderosos.
Deja Señor que mi corazón se postre ante Ti y se sumerja en Tu presencia. Haz que Tu vida me absorba completamente, de tal manera que me llene de Tu dulzura, para que pueda transmitirla a todos aquellos que Te buscan. ¡Que nunca más amargue yo la vida de nadie! Déjame ser pan de vida Contigo.
(Medita en silencio)
Padrenuestro, Ave María y Gloria…
(Canto eucarístico o bien, medita el salmo 103, 17-22)
<< Mas el amor de Yahveh desde siempre hasta siempre para los que le temen, y su justicia para los hijos de sus hijos, para aquellos que guardan su alianza, y se acuerdan de cumplir sus mandatos. Yahveh en los cielos asentó su trono, y su soberanía en todo señorea. Bendecid a Yahveh, ángeles suyos, héroes potentes, ejecutores de sus órdenes, en cuanto oís la voz de su palabra. Bendecid a Yahveh, todas sus obras, en todos los lugares de su imperio. ¡Bendice a Yahveh, alma mía!

Alabanza

Jesús, Tú eres el plan celestial que da vida al mundo, el misterio incomprendido, el Verbo del Padre para todos nosotros. Me lleno de paz al estar Contigo y pienso ahora en otra de Tus palabras, que Tu Madre me ha exhortado a meditar.
Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero
Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, que comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os visteis. ¿No vale más la vida que el alimento y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo; no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida? Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, como crecen; no se fatigan ni hilaran. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria vistió como uno de ellos. Pues si la hierba del campo que hoy es y mañana se hecha al barro, Dios así viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? No andéis pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura. Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal.» (Mt. 6, 24-34).
(Medita en silencio)
¡Bendito y alabado seas por siempre, Oh Señor mío, porque hablas con estas palabras! Sí, Tú eres mi amo y mi maestro, no tengo otro ni quiero tenerlo. No Te alejes de mí, porque no deseo servir a nadie más que a Ti. Ahora, en presencia Tuya, me desprendo de todas mis preocupaciones, ansiedades, miedos y desconfianzas. Te hago entrega de cuanto me preocupa. Es difícil vivir atado y encadenado, pensativo y ansioso… Y Tú me ofreces que viva, con Tu amor, la libertad de las aves del cielo y la belleza de los lirios del campo…
A causa de mis preocupaciones y planes, no tengo tiempo para mis familiares y amigos, mucho menos para ocuparme de otros. ¿Podría alguna otra persona ofrecerme una promesa mejor que la que Tú me das, cuando me dices que Tú te harás cargo de todo? ¡Oh Dios, Tú quieres que yo sea como niño, desde que anochece hasta que amanece, viviendo alegre y sin preocuparme por nada! Después de meditar Tus palabras, me pregunto si será posible. Y sí, sí lo es, porque Tú Jesús así lo dices y yo sabré entenderlo, cuando Tú lo seas todo y estés por encima de todo para mí.
Oh Jesús, ¿cómo no glorificarte, cómo no adorarte? No puedo sino orar a Ti, día y noche. Si esto es así ayúdame a entenderlo, de tal manera que Tú lo seas todo para mí.
(Permanece en silencio)
Padrenuestro, Ave María y Gloria…
(Canta o medita el Salmo 22)
Yahveh es mi pastor, nada me falta. Por prados de fresca hierva me apacienta. Hacia las aguas de reposo me conduce; y conforta mi alma; me guía por senderos de justicia, en gracia de su nombre. Aunque pase por valles tenebrosos, ningún mal temeré, porque Tú vas conmigo; tu vara y tu cayado, ellos me sosiegan. Tú preparas ante mí una mesa frente a mis adversarios; unges con óleo mi cabeza, rebosante está mi copa. Sí, dicha y gracia me acompañarán todos los días de mi vida; mi morada será la casa de Yahveh a lo largo de los días.

Jesús, Tu dijiste que había venido por los enfermos y pecadores. Te doy gracias, porque en Tu Santidad, perdonaste todos los pecados y compartiste Tu pan con los pecadores. Gracias porque no temiste las críticas de aquellos, que a sí mismos se consideraban justos, despreciando a otros por sus pecados e indignidad. Por tanto, ahora Te pido que me perdones y me purifiques de todos mis pecados. Gracias Jesús porque Tu nos has llamado a todos los cristianos a actuar como Tú: a amar incondicionalmente y sin esperar nada a cambio. De rodillas ante Ti, hoy me decido a seguir Tu camino y Te pido que me consideres digno de orar, en Tu nombre, por mi propia purificación y sanación. Aún más, Te doy gracias, porque sé que estás dispuesto a sanar a otros, a través de mi oración. Te pido también Señor, que los invites a reanudar su amistad Contigo. ¡Oh Jesús, quiero ser digno de Ti!
María, Madre de todo consuelo, acompáñame y ora conmigo, para que a partir de este momento, yo sea tan puro como la nieve y sea capaz de obrar en beneficio de aquellos, por quienes deseo interceder Contigo ante Tu Hijo Jesús.
(Ora por todos aquellos que sabes que necesitan ser sanados por Jesús, para reanudar su amistad con Él)
Padrenuestro, Ave María y Gloria..
(Canto eucarístico o Salmo 103, 8-10; 13)
«Clemente y compasivo es Yahveh tardo a la cólera y lleno de amor no se querella eternamente ni para siempre guarda rencor; no nos trata según nuestras culpas. …Cual la ternura de un padre para sus hijos, así de tierno es Yahveh para quienes le temen».

Jesús, después de permanecido en Tu adoración, mi corazón se ha llenado de gozo. Ahora tengo la certeza de que Tú Te harás cargo de mí y de todas aquellas personas, mis hermanos y hermanas, por quienes he intercedido con María ante Ti. Al concluir esta adoración, prometo ocuparme más de Ti y de Tu palabra. Quiero entregarme – por medio de la oración, de la meditación, de la adoración y del ayuno – a experimentar Tu amor y derramarlo en los demás.
Sé que aún me espera un largo viaje y que mi destino final está lejano. Pero a pesar de ello, Te doy gracias, por la esperanza que has encendido en mi corazón y por el amor que en él ha nacido hacia Ti y al mismo tiempo hacia mis hermanos y hermanas.
Te ruego Jesús, que por medio de la Sagrada Eucaristía hagas morada en mi corazón. Quiero que cada día crezcas dentro de mí. Sana mi alma y mi cuerpo. Manténme a salvo de toda enfermedad física y mental, de todo mal contagioso e incurable.
Al mismo tiempo, Te suplico que cures y consueles a todos mis hermanos y hermanas enfermos y desdichados. ¡Glorifícate a Tí mismo en nosotros Señor! ¡Que Tu rostro brille a través de nosotros sobre toda la humanidad!
María, quédate también Tú conmigo. Tú eres la Madre del Emanuel, la Madre del Dios que decidió permanecer siempre entre nosotros.
Padrenuestro, Ave María y Gloria…

Bendición con el Santísimo Sacramento

Adoremos reverentes A tan grande Sacramento En vez de la antigua alianza Ya es el nuevo testamento; No lo ven nuestros sentidos, Mas la fe lo está diciendo.
Honor, gloria y bendiciones A Dios, Padre sin principio, Y las mismas alabanzas Al hijo de El nacido, Y al Espíritu de ambos, Nuestro Dios único y Trino. Amén.
Oremos: Señor nuestro Jesucristo, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, concédenos venerar de tal modo los sagrados misterios de Tu cuerpo y de Tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de Tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

El cuadro clínico de la dolencia Protestante según San Ignacio de Loyola

Por protestantización, entendemos un cambio complejo de la fe, de la religiosidad, de la sensibilidad, la piedad y la cultura católica. Se manifiesta principalmente en una disminución del afecto y la adhesión al Papa, a la Eucarística y a María. Este cambio consiste en una ruptura [1] latente con la tradición y la doctrina católicas que comienza como una exigencia de reforma y termina con la ruptura manifiesta con la comunión eclesial. Se ha señalado también que el lenguaje protestante es más bien dialéctico y contrapone los opuestos como disyuntiva: o, o; mientras que el lenguaje católico une los opuestos y los concilia: y, y.
San Ignacio de Loyola nos dejó un diagnóstico y una semiología de la Reforma protestante en sus: Reglas para el sentido verdadero que en la Iglesia militante debemos tener. El título mismo de estas Reglas, nos enseña que la protestantización se presenta ante todo y visiblemente como una crisis del sentido común eclesial, del sentir católico. Para Ignacio, la expresión tiene el mismo sentido que en Pablo, cuando habla de tener un mismo sentir entre los hermanos en la fe y con Cristo: “siendo todos de un mismo sentir […] tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo Jesús” (Filipenses 2, 2.5).
La tentación ‘protestante’ entendida así, como ruptura de la unidad espiritual, está presente desde los orígenes. La quiebra inicialmente oculta, la ruptura con el sentido común católico, se manifiesta visible y exteriormente en forma de desobediencia: “depuesto todo juicio contrario [elemento interior oculto] debemos tener ánimo aparejado y pronto para obedecer en todo [manifestación externa] a la verdadera esposa de Cristo que es la nuestra santa madre Iglesia jerárquica” (EE 353). La existencia de una voluntad rebelde puede pasar inadvertida para el clínico, si se la toma como una inocente indisciplina.
Pero Ignacio percibió que la desobediencia de los reformadores era, en su esencia, 1) una crisis del sentido de comunión eclesial, 2) un defecto de la fe y 3) un error de la doctrina eclesiológica que implicaba: 4) otros dos errores, uno cristológico y otro pneumatológico.
San Ignacio percibió que la crisis de comunión – oculta bajo apariencia católica todavía o ya abiertamente protestante – pasaba en primer lugar por la pérdida del sentido de obediencia a la “Esposa de Cristo, nuestra santa madre Iglesia jerárquica” [Regla 1ª EE 353]. Una pérdida que se manifestaba en su comienzo principalmente como un debilitamiento de la adhesión al Papa y al sacerdocio ordenado y que podía llegar a convertirse en una aversión violenta y en una abierta rebelión. A esta debilidad o quiebre de la fe eclesiológica le subyace una debilidad paralela de la fe en el vínculo amoroso que une al Señor con su Iglesia y en la acción del Espíritu Santo en Cristo y en su Esposa: ”creyendo – dice Ignacio – que entre Cristo Señor, esposo, y la Iglesia su esposa, es el mismo Espíritu que nos gobierna y rige” [Regla 13ª; EE 365]. No se trata pues de un mero problema disciplinar sino de una desobediencia que nace de un espíritu de impugnación; se trata de una rebeldía espiritual, que se origina en una debilidad de la fe y culmina en la pérdida de la fe católica y una separación de la comunión eclesial.
De este afecto rebelde, observable también hoy tanto en algunos fieles católicos como protestantes, nacen todas las impugnaciones disciplinares y de aspectos particulares de la vida eclesial. La terapia del mal que propone Ignacio no pasa ni por la polémica ni por la impugnación. A este mal opone San Ignacio aquel afecto creyente y católico que aprueba y alaba los usos católicos impugnados. Alabanza de la práctica sacramental, confesar con sacerdote [2] , comulgar con la mayor frecuencia posible, oír misa a menudo, cantos, salmos y oraciones en el templo y fuera de él, oficio divino y horas canónicas. Alabanza no solamente de los sacramento sino también de los sacramentales, puestos bajo sospecha o acusación de ser prácticas supersticiosas: vida religiosa y votos de religión, virginidad, continencia, devoción a los santos y a sus reliquias, invocación de su intercesión; peregrinaciones, indulgencias, cruzadas; agua bendita, incienso, escapularios y medallas, bendición de personas, de animales y de objetos, de imágenes, de casas y edificios; candelas encendidas, ayunos y abstinencias, tiempos litúrgicos; penitencias internas y más aún externas (cilicios, disciplinas); ornamentos litúrgicos, edificios de iglesias [3] . Hoy habría invitado a alabar el uso del velo para orar las mujeres, y de reclinatorios [4] . Alabar la abundancia de retablos e imágenes sagradas tenidas en veneración [5] . Alabar preceptos de la Iglesia, sus tradiciones y costumbres de los mayores. Alabar la teología positiva y también la escolástica [6] .
Este elenco permite comprobar en qué y en qué medida, según los lugares, personas, parroquias, órdenes y congregaciones religiosas, estos usos han sido y siguen siendo impugnados, abandonados o combatidos, sea mediante cuestionamientos teóricos sea mediante burlas; o están en regresión o en proceso de desaparición. Y esto demuestra hasta qué punto permanece viva la tentación interior contra la comunión.
Para terminar señalemos un hecho: la protestantización es hoy una epidemia del catolicismo en Latinoamérica donde asistimos a un verdadero éxodo de fieles católicos hacia los cultos pentecostales o evangélicos. Unos, en su mayor parte los profesionales e intelectuales, porque se han enfriado en su pertenencia católica debido a la transculturación a la cultura globalizada adveniente y dominante. Otros porque van a buscar fervor en los cultos pentecostales; o respaldo moral y solidaridad comunitaria en comunidades evangélicas. Otros porque caen en las redes de un pseudocristianismo sin cruz que les promete el pare de sufrir. Pero el actual abandono multitudinario de la comunión católica es el desenlace final de un mal que se venía incubando desde mucho antes debajo de las apariencias exteriores de la comunión eclesial católica.
Después de describir el síndrome protestante, sus síntomas y su naturaleza íntima, escuchemos las voces de atentos observadores de la realidad eclesial, que han señalado la presencia actual del mal y nos permitirán comprender mejor su naturaleza, sus causas y su desenlace.

SI REALMENTE QUISIERA , LO HARIA ?

Si yo quisiera agradar a mi Dios no cometería tantos pecados contra Él, pero aún sabiendo que hago mal, ahogo mi voluntad por alguna causa que no puedo reconocer y mi querer se convierte en No querer.
Muchas veces quisiera ayudar al pobre ó al hermano hambriento y recoger un pedazo de pan de mi alacena y dárselo al primer pobre hambriento que encuentre en la calle o tal vez salir de casa corriendo en busca de un necesitado y darle una moneda de mi repleta bolsa, pero en la pereza en que se adormita mi espíritu niego a mi querer y me escondo en el no querer.

Cuantas veces quisiera visitar a un enfermo en un hospital y llevarle con mi presencia un poco de esperanza que alivie su mal, más al entretenerme en cosas vanas de un placer pasajero, ahogo mi intención en el egoísta mal del no querer.

En ocasiones quisiera entrar a una iglesia y rezar por los que sufren, por los que han perdido la fe, pero el entusiasmo por un espectáculo baladí me aleja del umbral del templo y en mis pasos que me apartan de mi querer sus huellas sin retorno dibujan mi no querer.

Otras muchas veces quisiera sellarme los labios y no divulgar el pecado de un hermano y mas vale el protagonismo de sentirme acusador y propago con maldad su falta, y mi conciencia agoniza en mi no querer.

No se cuántas veces quisiera pedir perdón por una ofensa o injuria cometida y humilde reconocer mi mal proceder pero mi soberbia se cobija en mi no querer.

Oh Dios mío, cuanto más pudiera yo confesar de mis quisieras que son destruidos por mis no quereres, por eso, arrepentido y con la fortaleza que me da la fe en Ti, humildemente quisiera,

¡Sí!… QUISIERA:

  • Que me des la virtud de la caridad para hacer el bien sin considerar a quien se lo hago y sin esperar recompensa alguna, y que mis acciones sean agradables a Tí Señor y Dios mío.
  • Que me des paciencia para soportar todas las pruebas que te dignes poner en mi camino con el único fin de cumplir tu voluntad.
  • Que me des la continencia para poder abstenerme de todos los pecados carnales y poder entregarte un corazón sin mancha y un alma inmaculada el día que Tú decidas que el peregrinar en este valle de lagrimas haya terminado para mi.
  • Que me des modestia para no ensalzarme por mis virtudes sino que vea en ellas el fruto de tu amor.
  • Que me des entendimiento para comprender la grandeza de tu amor por la humanidad al sacrificar a tu Unigénito, Nuestro Señor Jesucristo, para que nos redimiera y nos abriera las puertas de tu reino, Señor.
  • Que me des mansedumbre para que donde se me ofenda dé yo en cambio bendición, y así poder seguir tus pasos como en la crucifixión en que clamaste al Padre por el perdón a tus ofensores.
  • Que me des fortaleza para que nunca deje de asistir a adorarte en la Capilla de Adoración Eucarística Perpetua y me des la fe para que cada día mi amor por Ti sea tan inmenso y brillante como la luz de todas las estrellas del universo y que todos reconozcan tu omnipotencia, amor y misericordia eterna.
  • Por ultimo, y como Tú lo dijiste, los últimos serán los primeros, que les des a todos los adoradores de la Capilla de Adoración Perpetua de Cardel la fuerza de voluntad y la fe para que jamás dejen de participar en la hora santa que tienen reservada para Ti Dios mío.

Dios mío quisiera amarte mucho más para que no exista en mi ni el «no puedo» ni el «no quiero». Gracias infinitas por todo lo que dispones para este humilde siervo que solo ansía adorarte por toda esta vida y si Tú lo permites, allá en el cielo por toda la eternidad.

¡Alabado y adorado sea
Jesús en el Santísimo Sacramento!

EL MAGNIFICAT

EL MAGNIFICAT

El Magnificat constituye la cima de la historia de Israel, en el momento en que, por la acción de Dios, alcanza su pleno sentido el cumplimiento de la antigua promesa hecha a Abrahán, en cuya persona estaba concentrada en el origen la vida del pueblo, del mismo modo que está concentrada al final en María. En ella se encarna la fe de Israel, interlocutor de la Alianza, su pura esperanza en Dios, por que en ella se haya en estado puro la pobreza y la humildad («bajeza»). Y en ella, por tanto, esta fe es pura obediencia a la palabra de Dios. La virginidad de María es la superación escatológica del tema antiguo de la mujer «estéril» (Isabel, Ana, etc.) que da a luz por obra de la gracia de Dios. La fe y la esperanza de Israel deben concentrarse y personalizarse integramente, en el alma y en el cuerpo, pues ahí debe realizarse la promesa de Dios: en su morada corporal y espiritual en la hija de Sión. Jesús la mira. Y no ve a su madre, sino a la mujer. A la que es vida y dolor y amor. «Mujer, ahí tienes a tu hijo» ( Jn. 19, 26). «Si» de María a esta renuncia final. Tú no eres ya la madre de Jesús. Te es preciso renunciar a Jesús para que nazca el Cristo total. Él te dará una multitud de hijos. En ese momento, se convierte de nuevo en la madre de Cristo, del Cristo total. «Ahí tienes a tu madre» (Jn. 19, 27).

EL MAGNIFICAT

EL MAGNIFICAT

El Magnificat constituye la cima de la historia de Israel, en el momento en que, por la acción de Dios, alcanza su pleno sentido el cumplimiento de la antigua promesa hecha a Abrahán, en cuya persona estaba concentrada en el origen la vida del pueblo, del mismo modo que está concentrada al final en María. En ella se encarna la fe de Israel, interlocutor de la Alianza, su pura esperanza en Dios, por que en ella se haya en estado puro la pobreza y la humildad («bajeza»). Y en ella, por tanto, esta fe es pura obediencia a la palabra de Dios. La virginidad de María es la superación escatológica del tema antiguo de la mujer «estéril» (Isabel, Ana, etc.) que da a luz por obra de la gracia de Dios. La fe y la esperanza de Israel deben concentrarse y personalizarse integramente, en el alma y en el cuerpo, pues ahí debe realizarse la promesa de Dios: en su morada corporal y espiritual en la hija de Sión. Jesús la mira. Y no ve a su madre, sino a la mujer. A la que es vida y dolor y amor. «Mujer, ahí tienes a tu hijo» ( Jn. 19, 26). «Si» de María a esta renuncia final. Tú no eres ya la madre de Jesús. Te es preciso renunciar a Jesús para que nazca el Cristo total. Él te dará una multitud de hijos. En ese momento, se convierte de nuevo en la madre de Cristo, del Cristo total. «Ahí tienes a tu madre» (Jn. 19, 27).